Es conocido que la primera epidemia de cólera del país se desarrolló en 1868, en Buenos Aires. Entre sus víctimas ilustres estuvo un tucumano, el vicepresidente de la República, doctor Marcos Paz. Pero el flagelo no llegó entonces a Tucumán. Habría que esperar hasta diciembre de 1886, para que nuestra provincia experimentase en carne propia lo que era el cólera.

De todos modos, ese año 1868, en Tucumán, el cólera era objeto de diversas publicaciones y conjeturas, estas últimas derivadas del estado de la medicina en aquellos tiempos. Por ejemplo, el diario local "El Pueblo", en su edición del 23 de febrero, publicaba la candorosa carta que firmaba un comerciante uruguayo radicado en Tucumán, don Germán de Salterain.

Decía que, desde Montevideo, su familia le había remitido una receta "que me recomiendan como infalible" para la curación del cólera. Expresaba que los primeros síntomas consistían en "una diarrea suave, que se abandona porque no trae dolores ningunos". Era preciso combatirla de inmediato, "poniéndose en cama y tomando agua de arroz a pasto y lavativas de la misma agua". Además, hacer "dieta, privándose de toda clase de verduras, frutas, etcétera, y atenerse únicamente al buen caldo, buen asado y sopa de arroz". Como se advierte, la dieta permitía curiosamente el asado.

La misiva añadía que, si estas medidas se adoptaban desde el comienzo, "no hay absolutamente cuidado". En cuanto a la "receta infalible para su curación", constaba de 20 gramos de bicarbonato y 20 de magnesia, más 12 gotas de "láudano líquido de Sydenhan", mezclado en "6 onzas de agua". Con "una sola cucharada", afirmaba Salterain, un vecino de Montevideo quedó "completamente bueno".